LA AUTOCOMPASIÓN

Por Stella Tunzi

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

¿Qué es la autocompasión?

Conocí la autocompasión  a través del mindfulness, desde hace unos años es una parte importante de sus programas. De entrada es una palabra que nos  lleva a malentendidos, yo misma pensé que lo de autocompadecerse no me atraía mucho, me sonó a regodearse en tu propia desgracia, a otras personas les lleva a pensar en algo místico o conectado con la religión. Pero lo cierto es que solo se trata de aprender a tratarse con cariño.

Autocompasión es cultivar la compasión hacia uno mismo, y ser compasivo no es más que conectar con el deseo de aliviar el sufrimiento que vemos en otros, esto que nos puede parecer algo natural o casi automático. Pero si nos fijamos en la actitud que tenemos hacia nosotros cuando lo pasamos mal, puede que nos demos cuenta de que no lo ponemos en práctica en absoluto.

Para empezar, muchas veces ni siquiera nos damos cuenta que no estamos bien, o si lo notamos, ni siquiera nos lo permitimos porque tenemos que ser fuertes, no tenemos por qué pasarlo mal por eso, o ahora no nos podemos permitir estar tristes.  Con frecuencia, a raíz de eso, empezamos a juzgarnos negativamente por el hecho de no estar bien, a veces criticándonos de forma despiadada.  En realidad a veces nos hablamos como nuestro peor enemigo.

Algunos estamos tan acostumbrados a pensar que necesitamos exigirnos y mejorar todo el tiempo, que caemos en el error de creer que esa actitud crítica en los malos momentos nos ayuda a crecer, mejorar y hacernos más fuertes.   Sin embargo, lo que sucede es que esa costumbre de juzgarnos tan severamente nos bloquea, y a parte del malestar inicial, nos sentimos aún peor por el hecho de estar mal. Así, es fácil entrar en un círculo de críticas sobre críticas que nos ayudan bien poco a mejorar  o aprender, y que encima aumenta la carga de emociones negativas, con sentimientos de culpa o inferioridad.

Imaginad que estáis yendo a clases para aprender un idioma, y que al equivocaros al pronunciar el profesor os dijera algo como  “¿Pero no te da vergüenza decirlo así de mal? Desde luego ya se veía desde el primer día que eres un desastre para los idiomas, no sé para qué pierdo el tiempo contigo si no vas a aprender nunca, mira como tus compañeros sí que aprenden, y tú en cambio sigues sin pronunciar bien esta palabra”.  Después de eso dudo mucho que os siguieran quedando ganas de volver a clase.  

En cambio si os dijera  “ Bueno, ese sonido no se pronuncia así, sé que a veces cuesta, no te preocupes que le pasa a muchas personas, y a veces uno se desanima, es normal estás aprendiendo. Vamos a ver si lo distingues cuando lo pronuncio yo, esto es cuestión de práctica y de seguir esforzándote e intentándolo”.

Evidentemente el segundo sería el modelo compasivo, me parece que queda clara la gran diferencia entre hablarnos  de uno u otro modo, y lo poco que nos ayuda centrarnos en la crítica para superar un mal momento.

Componentes de la autocompasión:

1. Ser consciente. Es imposible conectar con la emoción compasiva si ni siquiera soy consciente de lo que me sucede, primero me interesa contactar con mi sufrimiento para poder consolarme o confortarme.  Es cierto que esto no siempre es fácil porque tendemos a evitar sentir la emociones negativas, pero en realidad es muy complicado volver a sentirnos bien si no empezamos por admitir que lo estamos pasando mal.

2. No estás sólo. Este punto es clave en la autocompasión y ayuda muchísimo, se trata de darnos cuenta de que tanto el sufrimiento, como sentir emociones negativas, decepciones o equivocarse son parte de nuestra naturaleza humana. No estamos solos en nuestro dolor, no somos unos bichos raros por ponernos nerviosos en una situación, o sufrir por otra, otras personas han pasado y pasarán por lo mismo. Sentirnos así no nos hace peores, solo quiere decir que estamos viviendo, creciendo y teniendo experiencias de las que quizás podamos aprender aún más.

3. Ser amables y comprensivos. La compasión implica conectar con la amabilidad y la bondad, para tratar de aliviar ese sufrimiento, sin juzgarnos, ni culpabilizarnos por nuestra reacción. En definitiva, vamos a cultivar el querernos tratando de decirnos aquello que necesitaríamos escuchar en ese momento difícil. Sé que esto puede llevar a la idea errónea de que la autocompasión es lo mismo que la autoindulgencia, en la línea de “no pasa nada aunque te equivoques, sigue igual, o es mejor que lo dejes”. Eso no es ser amable, ni quererse sino boicotearse y no darse la oportunidad de mejorar.   Querernos es ofrecernos consuelo y apoyo, pero también animarnos a encontrar formas de salir de esa dificultad y ese dolor o cambiar aquello que nos perjudica.

La idea sería ir tratando de pensar de este modo, y no como el crítico despiadado que a veces aparece cuando lo pasamos mal. Se trataría de admitir ese momento de sufrimiento o debilidad, asumirlo como parte normal de la experiencia humana y darle un toque de amabilidad que nos conforte y nos ayude a superar esa etapa.

Sé por experiencia propia que cuesta, que normalmente estamos acostumbrados a juzgarnos y juzgar, pero un primer paso es empezar por darse cuenta de lo poco que ayudan esos juicios y proponernos ser más amables con nosotros mismos. Parece poco importante pero empezar por querernos y respetarnos, incluso cuando no tenemos nuestro mejor momento, es un primer paso para construir o recuperar la confianza, la seguridad en nosotros mismos y poder empezar a sentirnos más a gusto con quienes somos y querernos como merecemos.

 

Autor: Stella Tunzi Gutiérrez
Psicóloga y Psicoterapeuta de MenteIntegra
Miembro del equipo del Instituto de Psicología Integrador MenteIntegra

Sin comentarios

Añadir un comentario