Por Stella Tunzi
Vamos a intentar resolver una serie de dudas que nos han planteado varias veces: si la timidez se puede considerar un problema psicológico, qué la diferencia de la ansiedad social y cuándo podemos considerar que nos interesa consultar con un profesional.
La ansiedad o fobia social es un miedo irracional a una o más situaciones sociales, por temor a que puedan ser embarazosas. Esta definición puede dejarnos con muchas preguntas, porque quién no se ha puesto nervioso en algún examen, o en una entrevista de trabajo, o en una cita... Es más, si incluso personas muy acostumbradas a estar expuestas socialmente, como los actores, dicen que siempre se sienten nerviosos antes de salir a escena. ¿Quiere decir que todos tenemos ansiedad social?
En cierta medida, a todos nos preocupa lo que puedan pensar los demás, porque no es agradable sentirse rechazados, por eso es normal sentir ansiedad ante algunas situaciones sociales, como hablar en público, o situaciones en que nos sentimos evaluados, pero en general no nos afecta para hacer aquello que queremos y no supone un gran problema.
En el caso de la timidez, hablemos de personas que tienden a ponerse nerviosas en situaciones sociales y comparten ese miedo al qué pensarán los demás de ellos. Pero habitualmente las personas tímidas, a pesar de sentir nerviosismo, son capaces de afrontar las situaciones sociales cotidianas y de ese modo su ansiedad no supone una limitación en su vida.
Esta es la clave para pensar en buscar la ayuda de un profesional, cuando la ansiedad es tan intensa que la persona no se siente capaz de afrontar las situaciones, las evita, y cuando el miedo interfiere de forma importante en su vida y hasta le limita para conseguir determinados objetivos.
A parte de los síntomas de ansiedad intensos, lo que contribuye a mantener la ansiedad, son los pensamientos, ya que creen que no serán capaces de afrontar de modo adecuado, o que se pondrán en evidencia, y en ocasiones ven como algo embarazoso que los demás noten esos síntomas de nerviosismo. Situaciones habituales para otros, como comer en público, pedir información a un desconocido, o entablar una conversación, pueden generar muchísimo malestar.
Es frecuente además, que las personas con fobia social, también vean afectadas su autoestima, si no me enfrento a las situaciones, tampoco puedo saber qué recursos tengo, cuáles son mis puntos fuertes, ni recibir una respuesta positiva de los demás.
Pero aunque puede ser muy limitante y genera mucho sufrimiento, la ansiedad social puede abordarse desde un enfoque integrador, ya que no estamos hablando de una caracterítica de personalidad, sino que es el miedo el que genera ese malestar. Por lo que se puede trabajar para aprender a superar esa ansiedad.
Lo importante es centrarse en los aspectos que necesite potenciar cada persona, y en cómo ir eliminando aquello que fomenta las inseguridades, trabajando por una parte con las emociones y sensaciones que generan este tipo de malestar, explorando dónde se aprendió esto, es decir, en que otros momentos de su vida la persona se sintió así o de un modo parecido y por otra parte, para que aprenda a reconocer los pensamientos y situaciones que le bloquean y disparan la ansiedad. Desdramatizando la posibilidad de cometer errores, no ser perfectos o el hecho de estás nerviosos, también aprendiendo como encajar las críticas, y afrontando paso a paso aquellas situaciones que se han ido evitando. De eso modo se irá liberando de esa ansiedad y recuperando la serenidad en el día a día.
Artículo de: Stella Tunzi Gutiérrez
Psicóloga y Psicoterapeuta de MenteIntegra
Miembro del equipo del Instituto de Psicología Integrador MenteIntegra
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